Una de las propuestas que llevamos a cabo fue la de hacer puntos de colores y rodearlos:
Luego recortamos y pegamos todos juntos y ¡oh! queda un cuadro tan vistoso como éste:
Y, casualidades de la vida, nos enteramos de que ya hubo alguien que tuvo una idea similar a la nuestra y que además, se dedicó a pintar otros cuadros. Descubrimos, ¿cómo no? a Kandinsky. Y ya de paso, nos fuimos de vacaciones por Rusia y conocimos la Catedral de San Basilio, comidas típicas, el alfabeto ruso o las Matrioskas.